El agua potable ya no es un juego de azar

Tú podrías ser la razón de que una niña esté sana, pueda seguir en la escuela y, por primera vez en su vida, mire al futuro con confianza… y todo gracias a una bomba de agua.

El año pasado, Ireen, una niña de nueve años del valle del Rift, en Malawi, parecía destinada a seguir los pasos de su madre, atrapada en un ciclo de pobreza y trabajo duro que giraba en torno al incesante viaje para recoger agua.

Pero sin otra fuente de agua que el lejano y sucio arroyo, Ireen no tenía elección.

Todos los días se levantaba antes del amanecer para ir a buscar el agua que la enfermaba, y volvía una y otra vez a lo largo del día porque su familia lo necesitaba.

Mientras tanto, Ireen perdía tanto tiempo de escuela que dejarla pronto para trabajar en una granja y casarse muy joven -igual que su madre- parecía inevitable.

Ireen empezó a acarrear agua con su madre, Happiness, cuando sólo tenía siete años, con un cubo de 10 kg sobre la cabeza.

Hacía el trayecto tres o cuatro veces al día, caminando un total de seis kilómetros desde el amanecer hasta el atardecer.

Niña de 8 años de Malawi con un vestido púrpura brillante que lleva una gran cuba de agua potable en la cabeza.

Aunque aseguraba que le dolía el cuello, Ireen insistía en hacer la tarea de todos modos, para ayudar a su madre.

«Estos niños tienen valor para trabajar por su cuenta», explica Happiness. «Conseguir su propia agua demuestra independencia: que no necesitan a su madre para hacerlo».

Pero el duro trabajo pasa factura a niñas como Ireen, y lo mismo ocurre con el agua que recogen.

Cada día, 6.000 niños como Ireen mueren en el mundo de enfermedades transmitidas por el agua, por lo que cada trago de agua es una tirada de dados. «Me da miedo», dice Ireen.

«Me da miedo el agua porque sé que me van a entrar gusanos en el cuerpo».

Ireen es una estudiante brillante, la novena de su clase de 157 alumnos. Es un gran logro, sobre todo cuando todas las semanas faltaba a clase medio día o días enteros porque recogía agua o porque le había sentado mal.

Pero Ireen ya no falta a clase, porque forma parte del programa de apadrinamiento infantil de World Vision.

Gracias al padrino de Ireen y a otros que apoyan a niños como ella en la comunidad, World Vision perforó un pozo de agua, y parece un milagro porque ahora Ireen tiene toda el agua limpia que necesita con solo abrir un grifo, allí mismo, en su comunidad.

No fue fácil. Con 150 aldeanos como espectadores, los perforadores probaron en tres lugares diferentes durante varios días y no encontraron agua.

Pero en su cuarto intento, perforando 45 metros bajo tierra, brotó agua limpia de la tierra seca.

«Dios ha luchado por nosotros», afirma el perforador principal, Golden Bhikha.

El nuevo pozo tiene una bomba y grifos para lavarse las manos, y está tan cerca que Ireen puede verlo desde su casa.

Una familia de cuatro miembros de Malawi sentada delante de su casa

«Estaba tan feliz, como nunca lo había estado en mi vida», dice Ireen.

«¡Mis plegarias han sido escuchadas!».

A Happiness, el agua limpia también le ha cambiado la vida. Cuando era una joven estudiante, también era la mejor de su clase, antes de que la pobreza de sus padres la obligara a abandonar la escuela y caer en el mismo ciclo desesperanzador.

Pero ahora es miembro del comité del agua y ha sido designada para ocuparse del pozo de toda la comunidad.

«Nos enseñaron a reparar esto, así que sabemos lo que tenemos que hacer», dice Happiness con orgullo.

«Estoy muy contenta de que Dios haya respondido a mi oración por el agua».

«Seguiré orando para que Él cuide de nosotros y cuide de nuestro pozo».

Tu apadrinamiento podría ser la respuesta a las oraciones de una familia como la de Ireen – ¿qué mejor razón hay para apadrinar a un niño hoy?

Haz que éste sea un año de esperanza. Un año para ayudar a los niños a salir de la pobreza para siempre.

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