Infinitas posibilidades

Imagina la emoción de tener un pastel de cumpleaños por primera vez. O lanzar una pelota de baloncesto en una cancha. O tener libros para poder leer en cualquier momento.

Imagina tener por primera vez, infinitas posibilidades más allá de una vida de agricultura de subsistencia en un pequeño pueblo en lo alto de las montañas.

Para Zhu, de 16 años, todo cambió cuando World Vision se asoció con su comunidad y se creó un programa de desarrollo a través del apadrinamiento de niños. El centro cultural y recreativo creado en su aldea rural, en china, le abrió los ojos a un mundo de nuevas oportunidades.

Zhu nunca había tenido libros en casa porque vive en un área donde el salario diario promedio es de solo 4$. A sus padres les resultaba difícil pagar las tasas escolares, y mucho más comprar artículos adicionales. Ahora, puede leer cuando quiera, que es una de las actividades que más le gusta. También ha dejado de trabajar en el campo, por lo que puede concentrarse en su educación. Y, solo por diversión, está aprendiendo a jugar al baloncesto.

Los adultos pensaban que los niños debían trabajar en el campo

A pesar de la gran variedad de actividades culturales, el programa de apadrinamiento representa un cambio mucho más profundo en Wuding. Según el padre de Zhu, los adultos de su comunidad siempre han creído que, si un niño no estaba estudiando, debería estar trabajando. Pero ahora los padres comprenden que alentar a los niños a jugar puede mejorar o proteger su bienestar y, al permitirles estudiar en lugar de trabajar en el campo, puede cambiar su futuro.

“Muchos aldeanos nunca supieron realmente cómo criar a sus hijos, y yo tampoco”, dice el padre de Zhu, quien es granjero como la mayoría de los de su aldea. “Después de que World Vision llegó a esta aldea, asistí a muchos talleres donde aprendí sobre seguridad, protección infantil y crianza de los hijos. Ahora, me hago amigo de mi hija y nuestra relación es diferente a la de la mayoría de los padres y los niños de mi aldea”.

¿Su sueño para su hija? “Solo quiero que ella sea feliz. Mientras ella esté feliz, yo soy feliz «.

«Quiero salir y ver un mundo más grande»

Y así, dos veces por semana, Zhu y un grupo de amigos caminan tres horas a través de un paso de montaña, a través de arroyos y rocas para ir a la escuela, saliendo el lunes por la mañana y regresando a casa cada viernes por la tarde. Esta caminata bajo la lluvia, el calor o la nieve marca la diferencia entre trabajar en el campo como sus padres o convertirse algún día en maestra.

“La primera vez que caminé por este camino, estaba tan asustada que lloré casi todo el tiempo”, dice Zhu. “También lo hicieron los otros niños que caminaron conmigo. Tenía miedo porque no había nadie alrededor y estaba oscureciendo. Quería estar en casa y ver a mis padres. Lloré pero no dejé de caminar porque nunca llegaría a casa si me detenía”.

Sabiendo que la diferencia entre que Zhu y sus amigos fueran a la escuela o no pasaba por ese camino, World Vision trabajo para hacerlo más seguro y protegido de deslizamientos de tierra, como uno de sus primeros cambios en el área.  Wuding está ubicado en una zona sísmica, donde la sequía y la inundación pueden existir al mismo tiempo.

Si bien el viaje a la escuela sigue siendo largo, Zhu ya no tiene miedo. También sabe que una vida fuera de la granja familiar, comienza con su educación. Zhu acaba de comenzar la escuela secundaria y confía en que tendrá un abanico de posibilidad en su futuro gracias a sus estudios.

 

Las primeras veces pueden ser poderosas, tanto para ti como para tu niño apadrinado. Ya sea el primer año de escuela, el primer año sin coger una infección o la primera vez que cuidas a alguien que no conoces. Esto es especialmente relevante a finales de 2020, cuando incluso más niños están en situaciones de vulnerabilidad y el apadrinamiento puede cambiarles la vida más que nunca.

 

 

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