Madrid, 18 de junio de 2024: Un nuevo informe de World Vision, Ration Cuts (Recortes en las raciones), muestra que se necesita urgentemente más financiación para la ayuda alimentaria que salva vidas. 

El informe, publicado en vísperas del Día Mundial de los Refugiados que se celebra el 20 de junio, muestra el coste de los recortes de raciones que las agencias de ayuda humanitaria están teniendo que hacer debido a la escasez de fondos. Las personas refugiadas y otras familias vulnerables están recibiendo sólo una fracción de las calorías que necesitan mensualmente o se les excluye por completo de las distribuciones de ayuda, lo que provoca una drástica reducción de las comidas y un aumento del matrimonio infantil, el trabajo infantil y los riesgos para la salud mental.

Antes de los recortes, los niños y niñas consumían de media dos comidas al día. Cuando se les preguntó cuántas comidas estaban comiendo en enero de 2024, la mayoría de las familias habían comido sólo una o ninguna comida el día anterior. Más de dos tercios (68%) de las personas afirmaron que alguien de su familia se había acostado con hambre en las últimas cuatro semanas porque no había suficientes alimentos, y casi la mitad (46%) dijo que alguien había pasado un día y una noche enteros sin comer.

Mary Njeri, directora de la Respuesta Mundial al Hambre de World Vision, ha declarado: “Estos resultados deberían hacer sonar de inmediato la alarma. El cambio climático, los conflictos y la COVID-19 han dejado a más de 38 millones de personas a un paso de la inanición, y la ayuda humanitaria se esfuerza por intentar cubrir esas necesidades. Los niños y niñas nos cuentan que sus padres les envían a trabajar o a casarse y que, en algunos casos, se plantean el suicidio como consecuencia de los recortes”.

La encuesta detectó un alarmante aumento del riesgo de matrimonio infantil, violencia sexual, trabajo infantil y trata de menores, y el 41% de las personas refugiadas piensa que tanto las niñas como los niños sufren ahora más violencia, abandono o abusos en casa. Casi un tercio (30%) de los padres pensaba que los recortes en las raciones estaban empujando a las niñas al matrimonio infantil, porcentaje que se elevaba al 97% en Afganistán, y en el asentamiento de refugiados de Bidi Bidi, en Uganda, el 75% de las familias informaba de que además, las menores de edad se quedaban embarazadas, lo que las llevaba a abandonar la escuela, perdiendo la oportunidad de romper en circulo de pobreza.

“Debemos aumentar urgentemente la ayuda vital que la infancia y sus familias necesitan desesperadamente para sobrevivir. El apoyo a largo plazo también es esencial para que los niños y niñas puedan volver a la escuela y las familias vuelvan a cultivar y encontrar trabajo”, explica Njeri. “Ya sabíamos que una de cada cinco personas afectadas por conflictos corría el riesgo de sufrir algún tipo de trastorno mental, y durante la COVID-19 vimos el impacto adicional que la seguridad alimentaria podía tener en la salud mental de los padres. Necesitamos no sólo aumentar la ayuda alimentaria, sino mejorar la educación, el apoyo psicológico y la protección de las familias más vulnerables para prevenir una epidemia de salud mental”.

Los resultados pintan un panorama desolador: más de uno de cada diez adultos (13%) afirma sentirse tan desesperanzado que ya no quiere seguir viviendo. La mitad (50%) de los adultos afirmaron sentirse así la mayor parte o parte del tiempo. En Afganistán, las respuestas de los padres parecen indicar que casi todos los adultos (97%) corren el riesgo de sufrir trastornos mentales, más de cuatro veces la prevalencia de otras poblaciones afectadas por conflictos; los niveles también eran cuatro veces superiores en Líbano (89%); y más de tres veces en Bidi Bidi (79%).

“El hambre no sólo mata a la gente por desnutrición, sino también por enfermedad mental”, continúa Njeri. “Sabemos que con el apoyo adecuado, los niños, niñas y sus familias pueden prosperar; en 2023, World Vision proporcionó asistencia alimentaria y en efectivo a más de 20 millones de personas en 46 países, incluidos más de 16 millones en asociación con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas (ONU). Nadie debería pasar hambre en el siglo XXI. Los líderes mundiales deben acelerar urgentemente los esfuerzos para resolver los conflictos y hacer frente al cambio climático, y para proporcionar a la infancia y familias afectadas el apoyo humanitario que necesitan. Es esencial que nos unamos y digamos BASTA”.

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