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7 de octubre de 2020

“A veces sueño con ir a jugar a un parque”

La historia de una niña refugiada

Junto con sus padres y su hermana menor, Aisha de 14 años vive en el campamento de recepción de refugiados Ušivak, cerca de Sarajevo, capital de Bosnia y Herzegovina. El campamento es una residencia temporal para migrantes y refugiados antes de ser reubicados.

En este momento, debido a la situación mundial que se vive por la pandemia de la COVID-19 y las medidas preventivas destinadas a detener la propagación de la enfermedad, se han restringido los movimientos de la ciudadanía del país, incluidos sus residentes temporales. Los planes de futuro y la ilusión de tener un hogar definitivo para estas personas se han quedado parados.

Durante el peor momento de la crisis, los niños y niñas tenían completamente prohibido salir de sus hogares. “No podíamos abandonar el campamento. A veces sueño con ir a jugar a un parque“, dice Aisha, como una voz más de la de muchos niños y niñas refugiados cuyas vidas han cambiado por completo debido al brote de coronavirus.

Esta es una situación nueva para Aisha, pero no es la única dificultad que ha sufrido esta niña de catorce años. “Salimos de Irak hace dos años. Durante el viaje, no tuvimos agua ni comida durante días. Caminamos tanto tiempo que nuestros zapatos se rompieron y nuestros pies acabaron llenos de ampollas y heridas”, dice Aisha.

Un espacio de ilusión para menores y jóvenes

El rincón favorito de Aisha en el campamento es el Espacio seguro para niños, donde las actividades se centran en ayudar a los niños y niñas que han pasado por situaciones traumáticas a superar las experiencias negativas a través de talleres creativos y educativos.

“Una experiencia aterradora para mí fue cuando algunos niños intentaron robarme, durante el viaje. Después de ese día, mi madre comenzó a creer que estábamos continuamente en peligro. Mi hermana y yo teníamos mucho miedo. El poder acudir al  Espacio seguro para niños me ha ayudado a olvidar todo lo malo que me ha pasado”, dice Aisha.

Con el apoyo de UNICEF, a través de un proyecto financiado por la Unión Europea, World Vision ha puesto en marcha esta iniciativa no solo para garantizar la protección de los menores, también para proporcionar acceso a servicios sociales básicos para niñas y niños refugiados y migrantes en el Centro de Recepción de Refugiados Salakovac, en Mostar y en el Campamento de Recepción Ušivak, en Sarajevo.

El proyecto tiene como objetivo ayudar a los menores no acompañados, proporcionar estabilidad a los niños y niñas en movimiento y dar apoyo psicosocial a madres y futuras madres. El espacio adaptado a los más pequeños, la unidad de madres y bebés, y el servicio de protección de menores no acompañados son parte de estos esfuerzos para garantizar que los niños y niñas migrantes y refugiados sean atendidos y protegidos.

En el Centro de Recepción Ušivak, Aisha participa en todos los proyectos grupales y en todos los eventos que organiza el centro. “Aisha se ha convertido en una figura muy importante en el centro. Ella ayuda a los más pequeños que llegan al campamento a adaptarse, trata de hacerse su amiga y los invita a involucrarse en las actividades”, cuenta Merisa Barimac, animadora en el Espacio Seguro para Niños. “Me encanta la música y me encanta cantar. Mi actividad favorita es cuando organizamos una sesión de karaoke.Todos los días estoy impaciente por ir al centro; me hace muy feliz”, dice Aisha.

Desde el brote de coronavirus, las actividades en los espacios se han modificado para enseñar a las niñas y los niños sobre cómo prevenir los contagios y los pasos que deben seguir para protegerse. Todos los talleres comienzan y terminan con el lavado de manos.

“Al principio, el lavado de manos era algo novedoso pero ahora, lavarse las manos antes y después del taller se ha convertido en un hábito y ya no tenemos que recordárselo”, dice Merisa.  “Nos lavamos constantemente, teniendo cuidado de no tocar nuestra cara, ni tocar a nadie. He aprendido que mantener la higiene es importante para la salud porque así podemos prevenir también otras infecciones”, apunta Aisha.

En las paredes hay carteles con consejos de prevención en inglés, árabe y farsi, y se han distribuido folletos educativos a las familias. El uso de los idiomas locales ha resultado crucial en otros contextos y crisis humanitarias porque acerca los mensajes a todas las familias. Además, de acuerdo con el protocolo del campamento, el personal de atención médica toma la temperatura a cualquiera que llega.

COVID-19 ha alterado la forma en que funciona la sociedad a nivel global. Las personas se distancian físicamente, el trabajo y las reuniones se realizan de forma remota, y familias enteras han estado separadas durante meses. Pero también nos ha demostrado que la pandemia no puede romper el espíritu de solidaridad entre nuestros vecinos y con otros pueblos, ni tampoco puede romper los sueños de una niña de catorce años.

Mientras extraña a parte de su familia que se encuentra en Irak y se preocupa por la que se encuentra en el campo con ella, Aisha mira hacia el futuro y sueña con convertirse en médico: “Donde quiera que vaya y haga lo que haga cuando sea mayor, siempre recordaré este lugar, a mis maestras y a mis amigos”, dice Aisha.

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