El cambio climático supone una amenaza directa para el acceso a alimentos nutritivos, lo que hace que la población de los países de bajo nivel económico se enfrente a un riesgo creciente de hambruna e inanición.
El aumento de los fenómenos meteorológicos extremos ha hecho que la inseguridad alimentaria aumente por primera vez en más de una década, deshaciendo todos los progresos realizados desde 2005.
Si las tendencias actuales continúan, el riesgo de hambruna en el Sur Global seguirá aumentando exponencialmente, siendo las niñas y los niños los
que más sufran.