De pastor a defensor de los niños

Como todos los demás niños y niñas, Eliza, de 14 años, tiene un sueño. Quiere ser empleada de banca. Sin embargo, para hacer realidad ese sueño, tiene que enfrentarse a una ardua tarea.

Desde que su madre se divorció de su padre hace cuatro años, su vida ha sido un infierno. Más tarde, su madre se casó con otro hombre y abandonó el hogar donde vivían Eliza y sus hermanos. De repente, Eliza se convirtió en madre, trabajando cada día para encontrar comida y asegurarse de que su hermano pequeño y todos los demás fueran a la escuela.

Alojada en un pueblo al lado de sus abuelos, lucha por mantener a la familia y no están lo bastante protegidos.

A finales de 2014, Eliza y sus hermanos vivieron una de sus experiencias más feroces cuando un desconocido entró en su casa. Los vecinos de los alrededores coinciden en que podría tratarse de alguien que quería robar lo poco que tenían los niños o violarlos. Eliza quedó traumatizada. Lo normal sería localizarlo, pero su familia se esforzó por ocultar la identidad del agresor, que perdió su cuchillo de mano.

«Me sentí defraudada por mi familia», dice Eliza, abatida, con la mirada baja y compadeciéndose de sí misma. «El hombre podría haber querido violarnos y ahí estaban nuestros abuelos encubriendo todo el asunto». Desde entonces, Eliza se sintió insegura. A partir de ese día, empezó a vivir una vida de culpas. «Culpé a mi padre por romper con mi madre», dijo. «Y culpo a mi madre por elegir el matrimonio antes que a nosotros, sus hijos, ya que ahora parece que nos ha olvidado». dijo. Pero les desea lo mejor a ambos.

Apenas un mes después de esta experiencia, el pastor Fanuel Mponda asistió a un curso de Canales de Esperanza para la Protección de la Infancia, organizado por World Vision, para pastores seleccionados del distrito de Zomba. Mientras estaba allí, la historia de Eliza le atormentaba. También pensó en otros niños que no conocía y que podrían haber estado atrapados en una situación similar sin que él hubiera hecho nada.

«Había oído hablar de la historia de Eliza, pero pensé que no podía hacer nada como pastor», dijo, y subrayó que, pensando en la posición que la cultura y la tradición ocupan en la comunidad, creía que la familia tenía todos los poderes y que él nunca podría influir en nada. Pero se equivocaba.

En cuanto regresó de la sesión de formación para pastores de Canales de Esperanza, él y su esposa Agness, con quien ejerce en la iglesia del Calvario de Chingale, se convirtieron en padres de todos los niños de la comunidad; rezaban con ellos, creaban momentos especiales para hablar con los distintos padres de la comunidad y abogaban por los niños.

«Nos dimos cuenta de que podíamos haber hecho más y sabíamos que no todo estaba perdido con Eliza, así que la visitamos a ella y a su familia, les animamos a trabajar duro, damos lo que podemos y animamos a sus parientes a hacer lo mismo», explica Agness.

Eliza se alegra de que los esfuerzos del pastor por hablar con la familia, en particular con su abuela y su tío, sean prometedores, ya que la familia se está abriendo más.

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