Fortaleza en un centro de refugiados

«Huimos de la guerra con nuestros hijos».

Svetlana y sus dos hijos forman parte de los millones de refugiados que dejaron atrás familia, hogar, amigos, trabajo y escuela.

Escaparon de Odessa en marzo y encontraron refugio en Moldavia.

Más de diez meses de hostilidades en Ucrania han enviado a 7,9 millones personas refugiadas por toda Europa en busca de seguridad, protección y ayuda.

La crisis actual ha provocado un aumento de los problemas de salud mental entre las personas desplazadas.

El informe de World Vision «No Peace of Mind» destaca que más de 1,5 millones de niñas y niños ucranianos corren el riesgo de sufrir problemas de salud mental por haber estado expuestos a los horrores de la guerra.

También ha aumentado la carga asistencial de las mujeres, que siguen soportando cargas diferentes y adicionales por estar desplazadas en su país o como refugiadas en países vecinos.

«Sé que muchas, después de cruzar la frontera, ni siquiera podían hablar. Nuestras mujeres se encerraban en sí mismas, no podían comunicarse», cuenta Svetlana.

En mayo, encontraron el Centro de Alojamiento para Refugiados Stefan Voda, y desde entonces ella y su hija siguen viniendo.

«Tengo niños en casa, tengo un perro, pero necesito venir y comunicarme con las mujeres».

«Necesito enterarme de las novedades. No sólo nos enteramos de las noticias del mundo, sino también de las que nos afectan a nosotras mismas, que nos servirán para nuestra vida futura», afirma esta madre de 43 años.

World Vision y sus socios locales Food Bank y Communitas proporcionan a las familias desplazadas artículos de primera necesidad, como alimentos y kits de higiene, y les ayudan a adaptarse a los retos de vivir en un país extranjero mediante asesoramiento y otro tipo de apoyo.

Ludmila, animadora del Club de Mujeres, subraya la importancia de que los niños, niñas y las mujeres reciban ayuda.

«Están en un estado de estrés constante».

«Algunas de ellas tenían problemas familiares antes de que empezara la guerra y ahora, esta situación de estrés ha empeorado, y es necesario el apoyo psicoemocional».

«Podemos abrirnos, hablar, llorar, reír y de alguna manera eso nos anima. Este es un lugar para comunicarnos, un lugar de relajación, un lugar de comunicación espiritual.»

«Mi hijo conoció nuevos amigos y empezaron a relaccionarse».

«No sólo se reúnen aquí, sino también fuera; corren y pasean por el parque».

«Tiene amigos moldavos y están aprendiendo el otro idioma», dijo Svetlana.

Liza, su hija de once años, compartió su experiencia asistiendo a las actividades del centro:

«Estas clases me ayudan mucho; soy muy feliz aquí».

«Nos quieren mucho. Nos cuidan, nos tratan bien. Me gusta venir aquí porque es muy divertido».

«Se ha creado una comunidad de ucranianos y moldavos unidos. Una comunidad que se conoce».

«Las amistades ya están estrechamente unidas. No están solas».

«Reciben apoyo tanto en nuestras reuniones y debates de grupo como en las sesiones individuales», comparte Ludmila.

«También estamos muy agradecidas a Moldavia, este pequeño país con un gran corazón, por lo que se esfuerza por hacer de nuestra estancia».

«Aquí es más fácil recordar momentos, algunos buenos momentos. Que no sólo existe el mal en este mundo; también existe el bien», dijo Svetlana.

«Quiero decir que World Vision tiene realmente un gran impacto. Me alegro de que haya organizaciones con una visión tan clara y con tanto impacto en la sociedad».

«Probablemente la gente que forma parte de la organización no ve el resultado y la alegría que vemos nosotros».

«Sólo nuestro centro ha influido en muchas vidas, tanto de ucranianos como de moldavos», afirma Ludmila.

World Vision está dedicando recursos a la salud mental y la atención psicosocial en la respuesta y está empleando un enfoque integrado y de múltiples niveles para apoyar a las mujeres y los niños afectados con servicios de protección infantil, salud mental y apoyo psicosocial (MHPSS, por sus siglas en inglés).

Viorica Bulat, gestora de proyectos de World Vision, observó cómo las diferentes actividades del centro han permitido que mujeres y niños se unan y se cuiden mutuamente.

«Recuerdo que una mujer no quería hablar la primera vez que asistió a la actividad».

«Pero más tarde se sintió cómoda y empezó a compartir sus experiencias. El hablar de sus sentimientos les ha ayudado a superar la angustia».

Sesiones de asesoramiento, actividades terapéuticas, apoyo con los deberes y cursos de idiomas son algunos de los apoyos que se prestan en colaboración con la organización local Communitas para ayudar a los niños, niñas y mujeres a integrarse bien en sus comunidades de acogida en Moldavia.

«Han aprendido a hacer frente a las dificultades. Mantienen el optimismo y la esperanza de volver a sus hogares. Nunca han renunciado a su sueño», añade Viorica.

Aunque el futuro parece incierto, Svetlana y el resto del club de mujeres se aferran a su convicción.

«Hacemos nuevos amigos aquí; empezamos a pensar en el hecho de que pronto todo habrá terminado, y tendremos que volver a casa».

«Y algo nos llevaremos de aquí a nuestra nueva vida».

La asistencia alimentaria y en efectivo y el apoyo psicosocial y de salud mental a los refugiados y a sus comunidades de acogida cuentan con el apoyo del Comité de Emergencia.

El trabajo humanitario de World Vision en Moldavia para las personas refugiadas ucranianas y las comunidades de acogida ha llegado a 34.567 personas en 17 distritos del país.

Hasta la fecha, World Vision ha respondido a las necesidades de 613.393 personas refugiadas, desplazadas internas y familias de acogida en Georgia, Moldavia, Rumanía y Ucrania.

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