Maradi, situada en el sur de Níger y abarcando parte de la región central, se caracteriza por las elevadas cifras de desplazados y una imperiosa necesidad de respuesta para las miles de familias que necesitan ayuda. Esta situación ha llevado a los actores humanitarios a poner la mirada en la región inestable, especialmente en la zona sur.
Prestar ayuda a las poblaciones vulnerables en contextos frágiles expone a menudo al personal de respuesta a ataques criminales. World Vision ha desarrollado materiales de formación con el lema «No hacer daño», que permite a los trabajadores humanitarios trabajar en situaciones de conflicto y apoyar a los actores locales para mejorar la resolución de conflictos y procurar la paz.
Prevención y gestión de conflictos
Los líderes cristianos y otros líderes tradicionales desempeñan un papel importante en la prevención y gestión de conflictos porque tienen un vínculo directo con los creyentes. Sólo ellos tienen legitimidad para expresar un diálogo religioso que aumente la tolerancia con el objetivo de construir la paz en lugar de la violencia. Líderes cristianos como el reverendo Kannay reciben formación en construcción de paz de la mano de World Vision.
Participar en la formación “No hacer daño” me ha enseñado que una de mis funciones más importantes como líder cristiano es reforzar la cohesión social y la paz.
“Me llamo Kannay Garba, soy el presidente regional de la Iglesia Evangélica de la República de Níger en Maradi, tengo 57 años y soy padre de cinco hijos. Durante mucho tiempo he visto a diferentes miembros del personal del proyecto trabajando en los pueblos de los alrededores. Parecía que cuando intervenían conseguían resolver muchos de los problemas dentro de la comunidad. A menudo me sorprendía el número de personas que se reunían para asistir a sus actividades. Sinceramente, pensaba que las personas que asistían a la formación solo buscaban recibir ayuda económica. No tenía ni idea de que disponían de una gran herramienta de formación que aplicaban para que los proyectos en marcha tuvieran el impacto de bienestar esperado.
Un buen día fui seleccionado para participar en la formación llamada «No hacer daño». Gracias a esta formación aprendí que una de mis funciones más importantes como líder cristiano es reforzar la cohesión social y la paz. Aprendí, con ejemplos de apoyo, las diferentes técnicas de resolución de conflictos, que incluyen evitar culpar a una u otra parte y buscar un resultado en el que todos salgan ganando.
Recuerdo como si fuera ayer un conflicto que intenté resolver hace tiempo y que no se resolvió como esperaba. Era una situación entre un miembro de mi iglesia y su familia, que se negaba a darle la parte de la herencia que le correspondía. Cuando el joven acudió a mí, me explicó que querían privarle de sus derechos a causa de su fe. Inmediatamente juzgué y concluí que su familia no tenía razón. Di fe de este caso, que incluso fue llevado ante las autoridades judiciales. El tribunal decidió que el joven tenía razón y que la tierra le pertenecía. Me entristece decir que la sentencia se convirtió en un conflicto interreligioso en mi pueblo. Mi seguridad y la de mi familia se vieron amenazadas, ya ni siquiera podía salir de casa porque los enfurecidos aldeanos querían matarme. Intentaron apedrearme o golpearme. Sufrí mucho porque tuve que dejar mis actividades ministeriales durante un tiempo.¡Ójala hubiera recibido antes esta formación!
Doy gracias a Dios por la oportunidad de formar parte de los que recibieron esta formación. Si la hubiera recibido antes, creo que habría sido capaz de actuar mejor en este conflicto y no habría tenido que sufrir el dolor y el rechazo de mi comunidad. Ahora sé cómo actuar para motivar a mi gente a favor de la paz, puedo trabajar bien en un contexto de conflicto sin hacer daño a nadie.
Lo interesante de esta formación es que puedo utilizar lo que he aprendido incluso dentro de mi familia. Antes, mis hijos no se llevaban bien, había grandes conflictos y acusaciones entre ellos. Algunos ni siquiera se hablaban, pero después de esta formación decidí reunir a mi familia y escuchar a todos sin juzgar a nadie. Después de escucharlos comprendí que el hecho de que yo diera mi punto de vista sobre un asunto sin escucharlos les frustraba, haciendo que algunos se sintieran menos queridos. Pero al aplicar lo que aprendí en esta formación, mis hijos se disculparon entre sí y los vínculos familiares se fortalecieron, reinaba de nuevo la paz.
Para mí, difundir este conocimiento a los demás es como plantar árboles en un desierto. Esos árboles crecerán y se convertirán en una fuente de bendiciones. Esta formación es una bendición que Dios ha dado a la Iglesia de Níger. Doy las gracias de todo corazón a World Vision, que ha garantizado la realización de esta formación. Que Dios les bendiga»