Mujeb

Mujeb, de 12 años, es el único sostén de su familia.  Trágicamente, ésta no es una historia aislada. Los niños de Afganistán siguen enfrentándose a una crisis tras otra. La sequía, el cambio climático, así como las crisis económicas y sociales, han dejado a millones de familias afganas sin acceso a suministros alimentarios, ingresos regulares o protección social. 

Por eso, cada mañana, en lugar de ir a la escuela, Mujeb se va a la montaña con su amigo para cavar y romper piedras. 

«Trabajo desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Hace tanto calor que se me calienta la cabeza y, a veces, me sangra la nariz y se me hace muy difícil romper la piedra». — Mujeb, 12 años

A Mujeb le robaron la infancia a una edad muy temprana. En lugar de despertarse para jugar y aprender con sus compañeros, soporta la pesada carga emocional y física que ningún niño debería llevar jamás: Proveer la próxima comida a su familia. 

«Llevo trabajando con mi amigo unos tres o cuatro años. Hay muchos peligros y dificultades. Por ejemplo, si te cae una piedra en la cabeza, te mueres». — Mujeb, 12 años

En muchos contextos, las largas jornadas y los entornos de trabajo de alto riesgo garantizan un salario más alto y equipos de protección. No es el caso de Mujeb, que se juega la vida y se reparte el jornal con otro chico que trabaja a su lado, lo que apenas le deja para lo esencial. 

«Si viene el carro y lo cargamos, nos darán 700 afganis [8 dólares], que dividimos entre mi amigo y yo y utilizamos ese dinero para comprar harina y arroz para nuestras familias». — Mujeb, 12 años

La Organización Internacional del Trabajo define el trabajo infantil como un trabajo que «priva a los niños de su infancia, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y mental». 

Sabemos que cuando los padres no pueden proveer suficiente alimento a sus familias, a menudo los niños no tienen más remedio que dejar de estudiar y ponerse a trabajar. 

Aunque la contribución de los niños que trabajan suele ser fundamental para la supervivencia de sus familias, el trabajo infantil tiene consecuencias devastadoras.

Afecta gravemente a su salud mental y física, así como a su dignidad y confianza en sí mismos. Les roba la oportunidad de recibir una educación, lo que sólo hace más difícil salir de la pobreza con un trabajo bien remunerado en el futuro.

«Me gustaría estar en la escuela en este momento. Mi sueño es ser profesor en el futuro, pero si trabajo aquí, ¿cómo podré alcanzar mi sueño?». — Mujeb, 12 años

Mujeb es un chico cariñoso y dedicado, pronto será un adolescente. También es un buen amigo. A pesar de sus luchas diarias, Mujeb sigue teniendo grandes sueños para el futuro.  

Imagina cómo sería su vida si el hambre no dictara todas sus decisiones y tuviera lo suficiente para disfrutar de su infancia de una manera segura. 

Hay muchos niños, como Mujeb, que han sacrificado su infancia por el trabajo. Nuestros programas nos ayudan a garantizar que estos niños tengan acceso a sus derechos básicos.  

 

El objetivo de World Vision es llegar a 2.1 millones de niños afganos para el año 2025. Obten más información sobre nuestro programa de Rescata la Infancia que apoya a niños y familias que viven en Afganistán y otros lugares complejos y peligrosos. 

Historias relacionadas