Yazan perdió su infancia en la guerra

Yazan aún recuerda el día en que abandonó Siria.

Sólo tenía cuatro años, pero huir de la guerra en aquel día lluvioso forma parte de sus primeros recuerdos.

«Recuerdo los aviones, las armas y cómo llegamos hasta aquí», dice. «En cuanto a los sonidos, recuerdo las explosiones».

Cuando le preguntamos qué más recuerda de Siria, Yazan dice: «Jugar. Solía jugar todo el tiempo en Siria», dice.

«Pero ahora apenas juego porque la mayor parte del tiempo estoy trabajando».

Esta es la trágica realidad de muchos niños que han huido de Siria. Para sobrevivir en su nueva comunidad de acogida, necesitan trabajar para ayudar a aportar ingresos a sus padres.

Yazan, que ahora tiene 12 años, trabaja en un mercado de verduras en el asentamiento informal donde vive en el valle de la Bekaa, Líbano.

Envasa y descarga verduras en camiones y gana un mísero [1 dólar] al día. Puede que parezca poco, pero es la diferencia entre sobrevivir al invierno o no.

«Todo lo que ahorramos trabajando durante el verano, mi padre y yo lo invertimos en poner naylon y protección solar para la tienda, porque el invierno pasado la lluvia se metía dentro», dice Yazan.

Sin sus ingresos, la familia no habría tenido cobijo.

Obviamente, Yazan no debería estar trabajando.

«¿Por qué no soy como mis otros amigos que están estudiando?», se pregunta. «Me siento cansado… no me gusta trabajar».

Las escuelas locales del valle de la Bekaa no aceptan a niños cuyo nivel educativo es más bajo de lo que corresponde a su edad. Yazan quiere aprender, pero cada año se retrasa más y más, lo que hace más difícil que pueda volver a la escuela.

Esto no es infancia.

Para que los niños puedan sobrevivir, recuperarse y construir un futuro en algunos de los lugares más peligrosos del mundo, se necesitan espacios seguros para jugar y aprender, y oportunidades para desarrollar todo su potencial.

Afortunadamente, World Vision, junto con otras organizaciones, trabaja en el campamento donde vive Yazan para ayudar a los niños y niñas a superar sus carencias educativas.

Y Yazan está decidido a lograrlo.

«Nos enseñaban las letras», explica. «Cuando llegaba a casa ponía YouTube y buscaba esa letra. Seguía entrenando hasta que la aprendía mejor».

Pero la cosa no acaba ahí.

«World Vision también nos dio sesiones de ayuda psicológica… para aprender a controlar nuestra ira», dice.

Generar confianza entre los niños y niñas a los que les han robado la infancia es tan importante como enseñarles a leer y escribir.

A Yazan aún le queda mucho camino por recorrer, pero su confianza crece cada día.

«Además de leer y escribir, sueño con ser ingeniero para poder reconstruir Siria», dice.

«El mundo está hecho a base de guerras y conflictos, por eso quiero cambiarlo».

Si te unes a Rescata la Infancia, ayudarás a que niños como Yazan reciban la educación y los espacios seguros que necesitan para sobrevivir, recuperarse y construir un futuro en algunos de los lugares más peligrosos del mundo.

Necesitamos tu apoyo urgentemente.

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