En vísperas del Día Mundial del Refugiado, la encuesta anual de la ONG centrada en la infancia sobre familias refugiadas y desplazadas internas revela un gran aumento del hambre y la violencia contra los niños y niñas, incluso en comparación con los datos de 2021, en el punto álgido de la pandemia de COVID-19. El número de familias que piden prestado a otros para poder cubrir las necesidades básicas se ha duplicado con respecto a 2022, y el 82% de las familias están reduciendo la calidad y cantidad de sus comidas para hacer frente a unos ingresos más bajos.
El informe Invisibles y olvidados: Los niños desplazados pasan más hambre y corren más riesgos que nunca, revela que los padres están muy preocupados porque sus hijos corren un mayor riesgo de sufrir violencia. El hambre y la desesperación les están obligando a sacar a sus hijos de la escuela y enviarlos a trabajar, o a venderlos para ser casados. En total, casi un tercio de los hogares tiene un hijo sin escolarizar y sólo el 11% de los hogares puede hacer frente por completo a los gastos de educación, frente al 31% de 2022.