La salud mental y el bienestar de los niños que viven en países afectados por conflictos se está deteriorando peligrosamente mientras se esfuerzan por hacer frente a las consecuencias socioeconómicas de la pandemia.
Tras haber sobrevivido a a conflictos que amenazan y alteran la vida, el miedo, el trauma y el estrés crónico que padecen estrés crónico se ven agravados por la
ansiedad, la incertidumbre y las dificultades producidas por la pandemia.
Estos niños son los más indicados para articular sus preocupaciones e inquietudes
sobre los devastadores efectos que la COVID-19 está teniendo en su salud mental y su futuro, así como su insidioso impacto en sus familias y comunidades.