Cambiar las normas sociales para bien

Ponerse al final de una cola y esperar el turno para pedir un café. Decir «Salud» cuando alguien estornuda. Dar la mano a alguien nuevo. Hay docenas de normas no escritas que determinan la forma en que interactuamos con otras personas cada día, y cada lugar y época tienen normas diferentes.

Puede parecer desalentador, pero la mayoría de las veces las seguimos sin darnos cuenta.

Las normas sociales son poderosas: forman parte de lo que hace que una comunidad funcione. Pero eso no significa que sigan siendo las mismas, o que deban serlo: las normas sociales cambian constantemente con el tiempo, junto con las ideas de la gente.

Eso puede ser bueno, porque no todas las normas son positivas. Conducir sin cinturón de seguridad, por ejemplo, es peligroso y en muchos lugares ya no es socialmente aceptable ni legal.

Otras normas sociales también suponen una amenaza para los niños y las niñas, aunque los riesgos no siempre son tan evidentes.

En algunas comunidades se piensa que las niñas tienen poco que aportar a la sociedad más allá de ser esposas o madres algún día, por lo que prácticas como el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y la negación de la educación a las niñas siguen siendo frecuentes.

No sólo perjudican la salud física de las niñas, sino también sus oportunidades a lo largo de la vida, las de sus hijos y las de sus comunidades.

Del mismo modo, cuando la violencia es una norma social, se pone en peligro el bienestar inmediato y a largo plazo de los niños.

Cambiar las normas sociales no es fácil, pero es una de las formas más poderosas de transformar la vida de los niños y las niñas.

Por eso el apadrinamiento infantil trabaja junto a líderes comunitarios y religiosos, empoderando y transformando estas importantes voces para influir en las normas, creencias y prácticas socioculturales, dando aliento a las que afectan positivamente al bienestar de los niños y abogando enérgicamente o tomando medidas contra las que no lo hacen.

Esto es lo que ocurre cuando se cambian las normas sociales negativas…

1. Los niños están mejor protegidos

Niñas de Kenia asisten a una ceremonia de graduación del programa Alternative Rights of Passage (ARP).

Algunas normas sociales pueden someter a los niños y a las niñas a abusos y explotación. Un ejemplo de ello es la mutilación genital femenina, una práctica cultural muy arraigada en algunas comunidades.

A menudo se fuerza o convence a las niñas para que se sometan a la «ablación» debido a la presión social y a la profunda creencia cultural de que el valor de una niña para su familia y su comunidad viene determinado por su idoneidad para el matrimonio.

En algunos contextos se cree que la MGF convierte a la niña en una esposa más atractiva. Cuando prácticas como la mutilación genital femenina, el trabajo infantil o el matrimonio infantil están profundamente arraigadas en una cultura, es difícil cambiar la situación de la niña, sus padres y los líderes de su comunidad.

Pero los programas de apadrinamiento capacita a los niñas para que conozcan sus derechos y alcen la voz para protegerse.

A través de programas como ‘Canales de Esperanza’, los padrinos y madrinas también ayudan a movilizar a grupos religiosos, a menudo muy influyentes en sus comunidades, para que actúen de forma directa y colectiva con el fin de cambiar las normas sociales y proteger a los niños.

2. Las familias son más fuertes

Un padre de Matope (Malawi) juega con su hijo pequeño.

Las normas sociales que restringen los papeles que las mujeres y los hombres pueden desempeñar en sus familias y comunidades también pueden tener un efecto perjudicial en los niños y niñas.

Cuando sólo las mujeres pueden ser cuidadoras, los niños se pierden la influencia y la atención de sus familiares varones.

Cuando sólo los hombres pueden tomar decisiones financieras en un hogar, las familias se pierden las perspectivas y prioridades de las mujeres de la familia.

Cuando los padres están condicionados a creer que mostrar afecto o jugar con sus hijos es debilidad, los niños se pierden el amor y el cuidado que necesitan para prosperar.

El apadrinamiento infantil ayuda a cuestionar estas normas sociales a través de iniciativas como la formación en crianza positiva para que las familias y los cuidadores fomenten relaciones sanas, grupos de ahorro que ayuden a las mujeres a adquirir autonomía económica y apoyo para que las mujeres pongan en marcha pequeños negocios propios y contribuyan a los ingresos familiares, permitiendo así que los niños y las niñas crezcan con el apoyo que necesitan para prosperar.

3. Las niñas tienen más posibilidades de ser consideradas como iguales.

Un grupo de niñas guatemaltecas de brazos cruzados en una carretera

El mundo sigue sin ser un lugar igualitario para niñas y niños. Y eso es especialmente cierto para las niñas que viven en países vulnerables.

Según UNICEF, 129 millones de niñas están sin escolarizar y sólo el 49% de los países han logrado la paridad de género en la enseñanza primaria.

Esa cifra cae en picado hasta sólo el 24% en los años superiores de la secundaria. Las familias atrapadas en la pobreza tienen más probabilidades de favorecer a los niños en lo que se refiere a oportunidades educativas, lo que significa que las niñas corren un mayor riesgo de matrimonio precoz.

Nuestro programa de apadrinamiento trabaja para desafiar las normas sociales que frenan a las niñas, asegurándose de que conozcan sus derechos y utilicen su voz para ayudar a protegerlas de todas las formas de violencia y explotación, y educando a las familias y comunidades sobre la importancia de la educación para las niñas.

4. Los niños y las niñas tienen mejor salud

Un niño se somete a un control de peso en un grupo sanitario de una aldea de Camboya.

Las normas sociales pueden influir en las actitudes hacia la atención sanitaria y hacer que los niños y las niñas corran un mayor riesgo de contraer enfermedades graves y prevenibles.

En algunas comunidades, la medicina y los tratamientos tradicionales, las dudas sobre las vacunas o la desinformación, la vergüenza y el estigma en torno a algunas enfermedades pueden ser una amenaza para la salud de los niños.

Al dar a las comunidades acceso a mejores servicios sanitarios y trabajar con los líderes y miembros de la comunidad para crear normas sociales que apoyen su uso, el apadrinamiento infantil ayuda a los niños a crecer sanos y fuertes.

El año pasado en Mauritania, el 74% de los partos en nuestras comunidades de apadrinamiento fueron guiados por una partera cualificada, en comparación con sólo el 30% entre las familias de las otras zonas más pobres del país.

Al menos el 95% de las mujeres embarazadas de nuestras comunidades de apadrinamiento en Kenia y Tanzania se sometieron a la prueba del VIH para ayudar a detener la transmisión de madre a hijo.

Paso a paso, conversación a conversación, estas intervenciones tienen un enorme impacto en la salud y el futuro de los niños.

Ahora mismo, los padrinos y madrinas de World Vision están ayudando a las comunidades a lograr cambios positivos para sus hijos e hijas. ¿Quieres unirte a nosotros?

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